Pancho.
Pancho es el nombre de la divertida mascota que promociona uno de los spots de La Primitiva, uno de los juegos de azar englobados en el organismo nacional de "Loterias y apuestas del Estado".
Al perrito en cuestión nos lo presenta su dueño (adiestrador de mascotas), y Pancho resulta ser su mejor ejemplar y más avispado "alumno". Gradualmente le va enseñando que sea su servicial compañero, esto es que le haga todo tipo de labores domésticas. Sorprende la naturalidad con que el adiestrador nos cuenta esta evolución:

"Al principio le enseñé lo normal pa' un perro, que me diera la patita, que se hiciese el muerto. Luego ya me crecí y le pedí que me trajese el periódico, que fuera al videoclub a alquilarme las películas, que me hiciese la colada, que me limpiase los zapatos, hasta que un día le pedí que me echase la La Primitiva".
Creemos que es una burda suplantación del papel machista que cobra la mujer objeto, la cual siempre ha de estar disponible y servicial para su dueño (pues todo machista cree que la esposa es una posesión personal) y poco más que se dedica a las labores domésticas, como hace aquí el perro.
Pancho es el nombre de la divertida mascota que promociona uno de los spots de La Primitiva, uno de los juegos de azar englobados en el organismo nacional de "Loterias y apuestas del Estado".
Al perrito en cuestión nos lo presenta su dueño (adiestrador de mascotas), y Pancho resulta ser su mejor ejemplar y más avispado "alumno". Gradualmente le va enseñando que sea su servicial compañero, esto es que le haga todo tipo de labores domésticas. Sorprende la naturalidad con que el adiestrador nos cuenta esta evolución:
"Al principio le enseñé lo normal pa' un perro, que me diera la patita, que se hiciese el muerto. Luego ya me crecí y le pedí que me trajese el periódico, que fuera al videoclub a alquilarme las películas, que me hiciese la colada, que me limpiase los zapatos, hasta que un día le pedí que me echase la La Primitiva".
Creemos que es una burda suplantación del papel machista que cobra la mujer objeto, la cual siempre ha de estar disponible y servicial para su dueño (pues todo machista cree que la esposa es una posesión personal) y poco más que se dedica a las labores domésticas, como hace aquí el perro.